Aquel que amo a la Luna

Es una noche silenciosa y fría, ideal para mi, solo me hacen falta dos cosas, un amor y ganas de dormir, y si Dios no me permite los dos, que al menos me conceda uno de ambos.
He estado pensando toda le noche y la luna dice que ya esta cerca la media noche, y la inspiración llega a mi, como si fuera un soplo divino que me invade, veo de nuevo la ventana y observo a la luna, que bella luna, tan lejana, tan hermosa, tan inalcanzable, y tan real como ficticia, tal vez es por eso que le comparo con el amor, tan bello y disfrutable como lejano e irreal, estoy seguro de que algún día, alguien la tocara, y sentirá lo mismo que sentiría si tocara por vez primera a su esposa, como tocar algo que Dios puso en el universo solo para ti, poner tu dedo, sobre la piel de un fantasma de amor, tan brillante como oscuro y con un lado irrevelable siempre que espera con una navaja en la cintura para apuñalarte cuando te acercas, y matarte si regresas.

La noche, la noche es el mar, un océano magnifico de sueños y besos nunca dados, que vuelan a la Luna, como recibiendo todo el amor mal recibido.
Querría tocar la luna, pero si algún día se logra, ese no será este día, a penas aprendimos a volar en globos aerostáticos, y no sabemos controlarles bien, la luna es inalcanzable para mi.

La habitación es decrepita y seria tenebrosa para cualquiera, menos para mi, así como para cualquiera seria tenebroso ver mi alma, menos para mi, pues vivo con ella día a día, y aunque me asquea, no me aterra, pero me preocupa, como el desastre de mi cuarto justamente, de paredes rusticas y humildes, conteniendo el calor escaso en esta noche de invierno.
Mis pensamientos flotantes, en el aire y mi cabeza, se confunden como voces, como susurros que gritan en silencio, como gritos que no se escuchan, y como silencios que me gritan angustias, como lo que soy, solo un ser ambivalente.
Entre voces y murmullos, escucho una voz, mas fuerte que las demás, mas tenebrosa y angustiosa, y no parece ser de mi mente, no parece provenir ni siquiera de este mundo.
Así susurro asustado y temeroso
-¿Alguien? ¿Quién anda ahí?- murmulle
-¿Tan rápido me olvidaste amigo?- dijo la voz, una voz como de alguien muriendo, como de un psicópata en estado de agonía, como una pesadilla representada en unas cuerdas vocales
-Si eres mi amigo, sabes que olvido con facilidad- dije algo ingenuo, pero seguro
-Si, si te conozco, si que te conozco, y de alguna forma, te conozco mas que tu mismo, pero nunca lo suficiente- crepitó la voz en la oscuridad
-¿Cuál es tu nombre?- respondí ya seguro de que no era alguien con intenciones malas, un sentimiento extraño que no podía entender ni explicar, era como si realmente hablara con alguien que conozco
-Soy nada y tu “yo” interno a la vez, soy tu flagelo y tu vendaje, soy tu angustia, tu desesperación- dijo especialmente triste aquella pesadilla, encendí una vela con un cerillo que tenia en mi cajón y me lleve una sorpresa al apuntar la luz hacia la pintura de mi cabecera, el ólio endemoniado se movía de manera macabra y triste, si de por si, el cuadro era terriblemente tenebroso sin movimiento, hubiera sido para mi un ataque al corazón seguro haber visto aquella pintura, si no hubiera sido porque tenia que soportar su decrepito y angustiado rostro cada que la luz se posaba sobre el, como mi alma, y mis angustias.
-¿ya me recuerdas?- dijo la pintura con su boca sobrenatural y asquerosa
-te recuerdo, como recuerdo mi nombre, pero no recuerdo de ti este comportamiento, creí que solo eras mi imaginación- dije sorprendido
-soy tu imaginación, soy tu locura, soy tu amor y tu verdugo- dijo poéticamente la pintura
-¿por qué estas aquí?- pregunte, casi como si preguntara a alguien en una conversación
-¿por qué estas tu aquí? ¿por qué no tocas la luna?- dijo escurriendo una gota de sangre de sus orbitas oculares vacías y tenebrosas
-porque nunca la alcanzare, es demasiado grande y bella para ser mi Luna, y por eso prefirió ir a amar al Sol, brillante y gigantesco, es digno amante de la tierna Luna
-El sol esta aun mas lejos de la Luna que tu, aunque en la bobeda celeste parece que se besan en cada eclipse, sus corazones, son tan lejanos que tardarían en encontrarse mas de lo que tu tardarías en llegar a La luna en escalera- dijo consolándome aquella demacrada pintura
-Pero no hay tal escalera, no hay tal esperanza, no hay tal fantasía, si en un globo he de llegar, mi congelaría antes de poderla tocar, soy un campesino con corazón mas grande que cerebro, y ese es mi problema, esa Luna no merece a un amante como yo, así, si ha de esperar que el Sol la encuentre antes que yo, que lo haga, así al menos tendrá un amor que la caliente, pobre fría y sola Luna, que a penas es iluminada por su amante, busca con desesperación su beso, y cuando lo encuentra, se cubre tras su espalda y le da un beso a su amado, para consumar su amor. yo no he consumado ni mi decisión, y sueño con estrellas fuera de mi alcance- Dije desesperanzado a aquel triste cuadro, y el respondió sin esperar y con algo de tristeza
-No se encuentran, por mas que sus brazos extiendan, y sabes que si lo hicieran, la luna no se calentaría de amor, se quemaría de pasión, y de ella no quedaría ni la noción, ni el conocimiento de su existencia- hizo una pausa, y dirigió su cabeza hacia mi ventana, y vio como eran los rayos de la luna, me miro entonces y aun sin ojos sentí su mirada penetrante, espere a que hablara y con un gesto reanudó –La luna te esta esperando en aquel balcón, recibe su luz y su caricia, que son para ti y nadie mas, tu, adorador de la Luna, si le haz sido tan devoto, la celeste dama debe ofrecerte al menos de corteáis una caricia, o un destello de esperanza- siguiendo el consejo del cuadro salí a mi balcón, maltrecho e inseguro que me permití ver la bóveda cuando quisiera, y voltee a todos lados y por ningún lado a la luna yo veía, entonces vi que una nube me tapaba y a toda la comarca sus rayos cubría menos a mi pobre casa, entones con lagrimas en los ojos voltee a ver a mi pintura querida y demacrada, que yacía inmóvil en la pared una vez mas, tal y como fue pintada, que al ver mis desolación, cobardemente huyó, y una ultima gota de su sangre derramo de aquellas orbitas sin ojo, que cayó en mi almohada, y sobre ella me acosté, al meterme en mis sabanas, espere a la luna aparecer pues debía tocar por mi ventana, pero ella huyó de mi, el Sol me la había robado y ya era de mañana.
Cerré mis ojos para retar a la luna, decirle que puedo soñar sin su luz y cuna, entonces dormí profundo en mi almohada, sobre aquella gota de sangre, así en mi sueño la sangre me llevo a donde deseaba estar, tomó mi mente y la transporto al sueño mas apropiado para mi deseo, así monté una escalera en aquel sueño, que subió innumerables escalones, trepe y trepe, y el viaje parecía eterno, los escalones que dejaba atrás se caían conforme mis pies los dejaban de pisar, y la luna se hacia cada vez mas grande, hasta que parecía que me había acercado lo suficiente a la luna, me alargué y extendí un brazo para tocarla, acariciar su lomo, pero el escalón se rompió y caí al vacío.
Y al despertar la luna estaba ahí, en mi ventana, acariciando mi rostro con su luz, pero igual de lejana e imposible, igual de bella y distante, tan buena como siempre para ser mi hermosa amante.